Cada vez que aumenta la edad aumenta la probabilidad de experimentar una disminución en las facultades generales. Declive que no solo comprende el ámbito biológico, sino también los ámbitos social, económico y cultural. Entre estos cambios, suele presentarse pérdida de agudeza visual y auditiva; psicomotricidad más lenta, dificultades de atención y problemas con los procesos de aprendizaje y memoria. Por otro lado, las personas mayores sufren los cambios sociales y vitales.
La terapia utiliza a los animales como un medio de interacción con un propósito terapéutico. Basándose en que el vínculo persona-animal proporciona bienestar fisiológico y psicológico en el ser humano.
Los perros terapéuticos tienen características que pueden despertar el interés del paciente y estimular numerosas funciones sensoriales a través de sonidos, poses, olfato, tacto. Su actividad es simple, repetible y no verbal, haciéndolo más accesible incluso para las personas con funciones del lenguaje deterioradas.
No solo es una oportunidad para pasar un buen rato, sino también para mejorar la actividad física. Jugar con un perro requiere una actitud activa por parte de sus participantes. Con ella pueden mejorar gradualmente las capacidades físicas de las personas mayores sin darles la sensación de que están haciendo algo desagradable y obligatorio.
Alimentar a un perro, acariciar o lanzar una pelota son actividades que forman parte de la terapia canina. Estas actividades, por ejemplo, mejoran la movilidad de las articulaciones, y a menudo surgen de forma natural y espontánea. También es una oportunidad para establecer una relación tanto con el perro como con el terapeuta canino. Lo que es una fuente de apoyo y alegría. Compartir sentimientos y recuerdos es especialmente importante para aquellos que carecen de la presencia de otra persona en sus vidas. El contacto terapéutico con el perro les permite participar en la vida social, hacer amigos y reducir la sensación de soledad.